Las muertas
En el patio de esa casa
no había muertas,
pero yo las soñaba.
Llegaban como yo
robando sueños,
persiguiendo una luz
que las cegaba.
Bajaban las sinuosas escaleras,
recorriendo la casa devastada;
su ropaje de piel de mariposa
y sus manos sangrando desgarradas.
El olor las atraía
y ahí estaban.
Era dulce, era intenso, era humano.
Y eran ellas.
Yo no estaba,
yo soñaba.
En el patio de esa casa
no había muertas
y aunque nunca pregunté,
quizá ahí estaban.
Santiago de Querétaro, Qro. 05 de mayo de 2009
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